Algo he aprendido últimamente que, como economista, ignoraba. Y es que no lo enseñan en las clases, ni se habla de ello en los foros. Y eso que es algo muy sencillo: la gente le tiene miedo al dinero.
Observo cada día atónito como estructuras piramidales y gurús varios (que no saben ni de finanzas, ni de economía, ni de biología, ni de psicología) se autoproclaman como salvadores de las almas, aprovechándose de la baja estima que causa el neoliberalismo en quien no puede alcanzar el nivel de consumo que la sociedad le exige. Todos ellos viven del miedo al dinero.
Y este miedo se manifiesta de dos maneras muy distintas, pero con el mismo efecto: consiguen darle al dinero más importancia de la que tiene. La primera forma de manifestarse es la del miedo a no tener el dinero. La segunda, el miedo a tenerlo. Vamos a reflexionar sobre ambas.
Miedo a no tener dinero
Para muchos es algo obvio, natural y propio del ser humano. Pero en realidad, no lo es para todos. Hay personas que son capaces de jugar a quedarse sin nada una y otra vez porque tienen la absoluta certeza de que lo van a recuperar. Aunque el principal motivo es otro: este tipo de personas entienden (consciente o inconscientemente), que el dinero es solo una ficha más en el tablero.
Normalmente el miedo a no tener dinero va profundamente ligado a entender éste como la única herramienta para lograr muchas cosas, lo que lo convierte en, nada más y nada menos, que en el fin último. Y los fines tienen utilidad (un término económico a veces difícil de comprender), pero el dinero per se, carece de él.
La utilidad es un atributo subjetivo que tienen los bienes y servicios, que cuantifica la capacidad de satisfacer necesidades humanas. Un melón satisface la necesidad de alimento, de nutrición… incluso la de realización en una dieta vegana. Un coche de lujo la necesidad de movilidad, pero también la de aceptación social.
El sol también tiene utilidad, la lluvia, los amigos. Si entendemos el dinero como el único proveedor de bienes (y servicios) que nos dan utilidad, estamos perdiendo algo por el camino. Es por ello que las personas que tienen miedo a no tener dinero, tienden a valorar las cosas por su precio, no por su valor y esto genera algo terrible: infelicidad. Por supuesto, de eso viven los vendehumos, vendemotos y demás sacacuartos de nuestros tiempos.
Miedo a tener dinero
Este es un grupo muy heterogéneo, pero se puede aglutinar alrededor de pensamientos del tipo: el dinero es malo, un invento del capitalismo moderno o, incluso, un arma satánica de destrucción de las almas. Casualmente se repite el mismo aspecto que en los que tienen miedo a no tener dinero: la sobrevaloración del mismo.
Tanto los defensores del trueque como los que piensan que el dinero es un invento de nuestros días, ignoran la importancia histórica del dinero. Es uno de los grandes pasos de la humanidad, el encontrar un instrumento de medición aceptado y, muy importante, basado en la confianza.
Los instrumentos financieros sólo y sólo son válidos si existe plena confianza en ellos. Es inútil renunciar a una herramienta tan válida, así como lo es darle más importancia de la que tiene. Una vez más, es tan sólo una manera más de optimizar y de ser unidad de cuenta.
El problema, en ocasiones, de los que sufren el miedo a tener dinero, es que creen que los demás tienen obligación de compartir el que tienen con ellos. Salta a la vista la doble moral de este tipo de sujetos, que por un lado «renuncian» al satánico dinero, pero por otro ansían el beneplácito colaborativo de sus congéneres. Nada nuevo, nada desconocido.
Por tanto, mi consejo como economista es, que no des tanta importancia a la economía en general. Ni al dinero en particular. Si vives pensando en las enfermedades te enfermarás. De la misma manera si tienes miedo a no tener dinero, no lo tendrás. Y si vives con miedo a tener dinero, adivina, tampoco lo tendrás. Consigue el necesario, disfrútalo, compártelo e inviértelo de manera acorde a tu escala de valor, pero no vivas oprimido por él. Deja de darle más importancia de la que tiene.
Y por cierto, el dinero es un bien limitado, pero abundante. Si tú no lo agarras, otro lo hará. ¿Y quién te dice que lo empleará en algo más digno que tú?
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